Hola, somos Ana y Omar, estudiantes de sommellerie, apasionados por el vino y todo lo que gira en torno a sus maridajes. Creemos que no hay mejor forma de contar una historia que a través de una copa bien servida y un plato que la acompañe con intención. Si alguna vez te preguntaste por qué un queso brie se lleva tan bien con un espumoso brut, o por qué un Syrah acaricia perfectamente un jamón curado… este post es para vos.

 

En esta primera entrega de Maridajes 101, queremos compartirte los conceptos básicos para empezar a combinar vino y comida con confianza, intuición y, sobre todo, curiosidad. Ya sea que estés armando una tabla con quesos, charcutería y chocolates, o simplemente descorchando tu botella favorita, estos tips serán tu brújula.

 

🍷💡 Los 8 Mandamientos del Maridaje

1. El vino debe ser más ácido que la comida

La acidez en el vino refresca el paladar. Si la comida es más ácida que el vino, el vino se sentirá plano y apagado. Por eso, un Sauvignon Blanc con buena acidez va de maravilla con quesos de cabra, ensaladas con vinagreta o ceviches cítricos.

2. El vino debe ser más dulce que la comida

Esto es clave si vas a maridar con chocolates o postres. Si el alimento es más dulce, el vino parecerá amargo. Un clásico: chocolate negro con un Vino dulce ¿Charcutería con un toque dulce? Un Gewürztraminer puede ser magia pura.

3. Busca la misma intensidad entre vino y comida

Un queso azul potente necesita un vino con carácter: tal vez un vino dulce como un Torrontés, que equilibre su fuerza. Por otro lado, no esperes que un Pinot Noir liviano domine un costillar de cordero: sería como enviar a pelear a un poeta contra un guerrero.

4. Evita combinar sabores amargos

Los vinos muy secos (especialmente tintos con mucho tanino y poca fruta) pueden chocar con alimentos amargos, como rúcula o espárragos. En esos casos, opta por vinos más frutales o blancos ligeros para suavizar el impacto.

5. Grasa + taninos = amor

Un vino tinto tánico (como un Cabernet Sauvignon) es el mejor amigo de alimentos grasos como carnes rojas o quesos curados. ¿Por qué? Porque los taninos limpian el paladar y cortan la grasa como una espada afilada. Imagina un jamón ibérico con un Tempranillo reserva... puro placer.

6. Taninos y pescado: mejor no

Los aceites de pescado, como los del atún o el salmón, tienden a chocar con los taninos, dejando sabores metálicos. En su lugar, mejor elige un blanco con cuerpo (como un Chardonnay con paso por barrica) o incluso un rosado seco.

7. Vinos dulces y picantes: equilibrio perfecto

¿Te gusta el picante? Un vino dulce es tu aliado. Los azúcares del vino suavizan el ardor del chile picante. Piensa en un curry tailandés con un Riesling. ¡No falla!

8. Blancos, rosados y espumosos: maridan por contraste | Tintos: por complemento

  • Vinos blancos, espumosos y rosados suelen realzar por contraste: su acidez y frescura equilibran comidas grasas, saladas o picantes.

  • Tintos tienden a maridar por complemento: sabores similares que se refuerzan, como un Syrah con una carne especiada o un Malbec con una morcilla.

🧀🍫🥓 ¿Y qué pasa con quesos, charcutería y chocolates?

Aquí algunas combinaciones infalibles:

 

  • Queso brie o camembert + espumoso brut → contraste cremoso-ácido que explota de elegancia.

  • Jamón serrano + Tempranillo → sal, umami y roble en un vals ibérico.

  • Chocolate amargo 70% + Vino dulce → intensidad con dulzura envolvente.

🎯 Conclusión

Para nosotros, el maridaje es tanto una ciencia como un arte, pero sobre todo, una experiencia compartida. No hay reglas estrictas, pero sí principios que ayudan a que el vino y la comida se potencien entre sí y nos regalen momentos memorables.

Nuestro consejo: prueben, jueguen, equivoquense, acierten y vuelvan a probar. El vino es una invitación al disfrute, y cada copa puede contar una historia distinta si se acompaña del plato justo.

 

Gracias por leernos y acompañarnos en esta primera entrega de Maridajes 101.
¡Nos encontramos en el próximo post con más combinaciones, ideas y experiencias para seguir aprendiendo juntos!